Eduardo Solari Adot
Fútbol y literatura: maravillosa fusión con probable destino de triunfo, siempre que la estrategia y los golpes tácticos empleados para arribar al éxito deseado sean los adecuados.
Así como este noble deporte que a muchos apasiona —por lo cambiante, dinámico, hasta azaroso— está regido por reglas garantidas por el arbitrio de terceros —jueces también acechados por la humana falibilidad—, algo similar sucede en el mundo de las letras, donde el mejor plan puede arribar, por los vaivenes de tantas variables en juego, a muchos resultados posibles.
Las formas, los planteos, los temores, los momentos determinantes, las definiciones conforman un universo que a los aficionados —al fútbol y a la lectura— nos da por probada la teoría de la relatividad del tiempo. Nuestro equipo está ganando solo por un gol, y los cinco minutos que adiciona el juez se nos hacen eternos; o bien, necesitamos convertir ese gol, y cada minuto dura lo que un suspiro.
Eduardo Solari Adot consigue transmitirnos, en estos quince cuentos, la pasión de alguien que ha recorrido estos dos campos de juego con solvencia y ubicuidad. El toque preciso, la pausa justa, el rigor, la picardía, la precisión para colocar el pase al vacío y ubicar al compañero mejor posicionado, que se proyecta y tira el pase atrás.
Ese pase atrás que, según los que saben, generalmente termina en gol. Como en este caso.
Teodoro Tloupakis