En una guerra de recursos, si un bando está por perder la casa, la incendia; la quema para que el enemigo no pueda hacerse de ella y, así, construir su identidad a partir del arraigo.
Una casona que albergó un hogar se convierte en la caja de resonancia del amor, la perversión y el crimen. Un petit hotel construido a principios del siglo XX en Buenos Aires es objeto de disputa entre los hermanos Manson: Amalia (hija biológica) y Juan José (adoptado). Mientras la hija del matrimonio Manson estudia en Alemania, el hermano se instala en la casona. Mujer pionera en estudiar en la Universidad, decide perfeccionarse en Química en Berlín; luego de la Gran Guerra del ‘14, ingresa al prestigioso Instituto Kaiser Wilhelm. El triunfo del nazismo coloca a la mujer en el lugar oscuro del trabajo científico. Sus padres le reprochan el abandono, presienten que no volverá al país cuando, en la vejez y la enfermedad, la necesiten a su lado.
Juan José es adoptado a los catorce años por el Capitán de Bomberos Humberto Manson y Gloria, su esposa, los padres de Amalia. La guerra por la casa comienza a tomar forma. La Segunda Guerra Mundial también.
El siglo avanza. Los acontecimientos, en cada vuelta de la coyuntura política y bélica en ambas costas del Atlántico, apremian las decisiones de vida y de muerte. Los personajes de la novela se entreveran con los grandes y pequeños hombres que habitaron el siglo XX y parte del XXI: Himmler, Haber, Polanyi, Perón, Perlinger, Noble.
Los hermanos tendrán descendencia: Gertrud y Juan José (h). Las disputas y los crímenes se renuevan. A principios del siglo XXI, las terceras generaciones tomarán la posta de la batalla por la casa.
“La casona de Almagro”: ¿será por fin el hogar de las reparaciones identitarias, o continuará como objeto de la eterna lucha para vencer la injusticia, los odios ancestrales y la ausencia de ternura?