Sapo en pozo propio despliega una gama de sentimientos intrínsecos a la poesía: el amor, el desamor, el encuentro, la pérdida, la soledad… Entre sus imágenes del campo, de las montañas, es imposible no sentir un azul marino de miradas-anzuelo clavadas en la espalda, o verdes tan puros que puedan anhelarse.
Yo siempre quise ser luz/ y que viaje hasta vos, dice uno de sus poemas, y ese deseo recorre el libro en sus distintas formas: deseo de ser vista, deseo de gustar, deseo de conexión, deseo sexual, deseo liberador.
Es difícil no ver a Berenice misma serpenteando entre los poemas con la fuerza que tienen las almas libres que piden movimiento porque no soportan la quietud. Y que, a la vez, buscan la calma para acordarse de cómo era ponerse otra vez en marcha. Hasta que llegan por fin a su espacio, lleno de música, de una mística personal, de algarabía.
Es decir, hasta que llegan a un pozo propio.
Del Prólogo de Paola Soto