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Uno de los duelos de la separación es tener que abandonar la casa que albergó todo un proyecto de vida, una experiencia equiparable a quedar a la intemperie.
Lo que se deja atrás no es solo un espacio físico: se dejan atrás las horas de dicha y los desencuentros, la risa de una hija y el sonido lejano de los trenes, una granizada histórica y los ensayos desafinados de un vecino, la grama bahiana y las manchas de humedad… Es decir, la suma de alegrías y de pequeñas catástrofes que conforman una vida en común.
Con un registro minucioso de sensaciones, y permisos para el humor y la poesía, La luz de la intemperie parece dialogar con el verso que inicia “Afterglow”, aquel poema de un joven Jorge Luis Borges: Siempre es conmovedor el ocaso.
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Este libro obtuvo el Premio del Jurado
de la revista Orsai en la categoría nouvelle 2023.
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Escribí La luz de la intemperie durante un verano
a lo largo de treinta y siete días, a razón de un capítulo diario.
La tarea se me impuso desde una zona de mí que necesitaba las palabras.
Para ser sincero, debería decir que fueron treinta y siete días
y quinientas noches.
Alejandro Tloupakis
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